En los orígenes del tango, los primeros conjuntos orquestales estaban constituidos por violín, flauta y guitarra. En lo que respecta al bandoneón, recién hizo su aparición a fines del siglo XIX. Una vieja milonga dice: "la orquesta se componía, de bandoneón y guitarra, porque aquella era una farra, de las que muy pocas había". Por esa época hizo también su aparición el piano, ya sea como integrante de la banda o como solista. Rosendo Mendizábal, autor de El entrerriano, y Enrique Saborido, autor de La Morocha, fueron algunos de aquellos primeros pianistas, instrumento fundamental de las típicas. Siguiendo con los precursores del tango, dicen los historiadores que en los prostíbulos de Corrientes y Paraná, solía actuar un dúo integrado por el negro Casimiro Alcorta, en violín, y el mulato Sinforoso, en clarinete. Debe decirse que el organito fue un instrumento clave para desparramar, con sus ruedas embarradas, el tango por las calles porteñas. Así lo describió Manzi en "El último organito". De la denominada "orquesta típica criolla", se pasó a la "orquesta típica", simplemente, como el cuarteto de José Martínez y Francisco Canaro, que actuaba en el cabaré Montmartre. Estos antiguos conjuntos, pertenecientes a la llamada guardia vieja, de principios del siglo XX, tuvieron su recreación con el trío "Los Muchachos de Antes", que hizo furor hacia los fines de la década de 1950. Tangos viejos de aquellos años iniciales, fueron "El Porteñito", compuesto en 1903 por Ángel Villoldo, verdadero motor de la música ciudadana, "El entrerriano", de 1897, como se dijo de Rosendo Mendizábal, "La Morocha", de Villoldo y Saborido, cuyos versos "Yo soy la morocha, la más agraciada, la más renombrada, de esta población" está pegada como diario mojado en nuestros oídos. Algunos historiadores, como Miguel Ángel Camino, precisan que el tango nació en los Corrales Viejos, allá por 1880. Una de las referencias más lejanas. De acuerdo a los apuntes de Tango Nuestro, los primeros salones donde se bailaba tango fueron Las Carpas de Recoleta, Café Tarana, conocido más tarde como "Hansen", situado en Palermo y de proficua historia, "El Kiosquito", "El Velódromo", "El Tambito" (foto) y "La Glorieta", aparte de "La Red", "El Pasatiempo" y "Tancredi". Los jóvenes de la alta sociedad porteña no querían mezclarse en esos piringundines y se reunían en casas particulares, donde se mezclaban con mujeres de vida fácil, como en lo de "María La Vasca", "lo de la Parda Adelina", o en lo de "la Gringa Adela". Quienes han leído "El hombre de la esquina rosada", de Borges, les vendrá a la memoria "Lo de Julia", tal vez un prostíbulo, donde ocurrió la dramática escena que narra nuestro máximo escritor. En aquellos lugares tallaban, provenientes de familias de alcurnia, jóvenes como Jorge Newbery, Florencio Parravicini y Ricardo Guiraldes, entre otros. El tango, comenzaba así, a contar su historia.

Por Orlando Navarro
Periodista