Señor director:


Niños y ancianos son siempre un símbolo de ternura, de comienzo y de experiencia. El tiempo que media entre ambos como un abismo está cubierto de puentes que permiten vislumbrar correlaciones mentales entre seres tan distantes. La vejez es un fenómeno que ha provocado a lo largo de generaciones enteras tanto al hombre de ciencias como al filósofo, al hombre común y al especialista. Nadie escapa de los inexorables efectos del paso del tiempo que marca a todos los seres humanos en su largo transcurrir. Pero, tanto unos como otros - niños y ancianos -, son propensos a la necesidad de protección, amparo, afecto, diversión y esparcimiento. Hoy contemplamos a los ancianos. Hay en los seres humanos etapas de transición particularmente difíciles: ser adolescente, en especial en un mundo como el actual saturado de problemas de toda índole, pero no hay que negar que también lo es, aceptar que se comienza a envejecer. Requiere una readaptación que generalmente cuesta asumir. Los hijos han fundado o creado nuevos hogares, la viudez ha desmembrado a la pareja, los problemas de orden físico o mental requieren una atención especial, el trabajo fecundo ha quedado atrás. Nos acercamos a ellos: cuadritos pintados, dibujos en lápiz, figuras con cerámica, pequeños tejidos, bordados o trabajos manuales de diversa índole. No estamos en una escuela, sino en un hogar para ancianos de los tantos que hay en la provincia, donde encuentran afortunadamente en la mayoría de ellos, ese "calor" que por muchos motivos la vida les tenia reservado. Allí ven televisión, leen, comentan películas, pasajes de sus vidas, hacen gimnasia, reciben la comunión, encuentran metas metas inesperadas y en ocasiones, cuando son mixtos,un compañero o una compañera para recorrer el tramo final de la vida. En estos hogares se toma en cuenta aquello de que lo importante no es agregar años a la vida, sino vida a los años. Los contemplamos y al hacerlo pensamos en ese proceso abierto del vivir, en ese perpetuo nacimiento que supone la vida. Estos hogares les enseñan a nacer cotidianamente, con la esperanza de un nuevo comienzo, con la ilusión de agregar un año más a sus ya largas existencias, en una sinfonía cósmica donde la vida canta y canta en el corazón oculto de lo que fue ....y de lo que es. 


Carlos R. Buscemi
Escritor