Señor director:


Con mucho esfuerzo, una señora anciana subía en un micro de la línea 42 en la parada que está en avenida Libertador sobre la vereda de la escuela Superior Sarmiento. De forma rápida, dos jóvenes, una chica y un muchacho, casi saltan como resortes para ayudarle a subir esos escalones que para ella eran demasiados altos el uno del otro. La mujer, agradecida y con una sonrisa en su rostro, agradeció el gesto y pudo pagar su boleto con la tarjeta. De inmediato, una adolescente le cedió el asiento. Yo estaba parada al fondo del colectivo y pude ser testigo de que hay jóvenes que honran a nuestros adultos mayores. Es un ejemplo que se tiene que cultivar desde el hogar. Sembrar valores siempre será beneficioso para quien los aprende como para toda la comunidad. Los jóvenes bien educados desde la familia son la esperanza de nuestra querida Argentina.