Señor director:


Las noticias de guerras, de violencias, de escándalos de aldea global, de injusticias, de tantas banalidades que dan pena, que ocurren acá y allá, siguen llenando las primeras páginas de los periódicos, de las pantallas televisivas, etc. ¿No hay ya hombres y mujeres de "buena voluntad'', dispuestos a acoger la Paz que el Niño Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, nos quiere dar? ¿Dispuestos a mirar un poco más allá de las luces de árboles, de calles, de escaparates, para ver la Luz y escuchar el canto, la llamada de los ángeles? Quizá nos olvidamos del "pecado'', de nuestra realidad de "pecadores'', y no queremos mirar, para seguir entretenidos con nuestras banalidades, y no descubrir nunca el llanto y la sonrisa de Dios, del Niño Jesús. El Papa Francisco recordó, en un Mensaje de Paz de años pasados, que la gran tentación a la que puede sucumbir, casi sin darse mucha cuenta, el hombre de hoy, es el olvido, la indiferencia, el "pasar'' de Dios. No es sólo dar una limosna "por cumplir'' con Dios, sino que el ofrendar tiempo para escuchar a la persona afligida. El ayudarle de alguna manera ejerciendo la caridad, la misericordia, el amor con que nos llamó Cristo para amar al hermano, hermana que necesita de aliento, de un alimento espiritual como comestible. Estos son tiempos de impiedad y confusión en la humanidad que sólo tiene un remedio: volverse a Dios con arrepentimiento, como lo hizo el hijo pródigo en busca del perdón y la bendición del padre, de Dios.