Señor director:

Impactado por lo publicado hace unos días por este diario, en torno a la inundación del asentamiento Evita, de Rivadavia, que hizo que varias personas debieran dejar sus casas. Vuelvo a dirigirme por este medio al pueblo de San Juan para manifestar la urgente necesidad de incrementar el cuidado del agua, sobre todo en sequías extremas como la presente. Ensuciarla no sólo es señal de barbarie, desidia y autoabandono cultural, sino nocivo para el ambiente y lo más grave, la salud de las personas.

El lunes pasado personal de la municipalidad de Rivadavia y de Defensa Civil debió asistir a los vecinos a limpiar las humildes viviendas que quedaron llenas de barro. 

Los mismos vecinos que ensucian y tapan la red de riego y drenaje provocaron su inundación. Como regante debo invertir un jornal por semana no sólo en limpiar la red de riego que lo abastecía, sino también del mismo par de hectáreas de cebolla cultivadas en la ex colonia Pacheco.

En el asentamiento de La Bebida, los vecinos se mostraron indignados por este problema que ellos mismos causaron. Es que bajó creciente por el Puente Blanco y pasó por el Dique Verde en el Jardín de los Poetas con mucha greda que no pudo escurrir normalmente, no solo por la basura, sino también por que, según explicó el municipio, los canales también habían sido tapados por los chicos del lugar para bañarse.

Urge incrementar las campañas de difusión preventiva de este mal cultural por un lado e incrementar el poder de policía del Departamento Hidráulica a fin de colocar penas severas a quienes atentan contra el recurso hídrico vital.

Alberto Márquez
Regante