
Lejos, pero cerca. Así tiene ubicada, en un lugar campestre de Albardón, su casa de campo el cumpleañero de esa tarde de sábado, Juan "Pelado” Videla. Del grupo de la Esquina Colorada. Después del asado, y llegado el momento de las guitarras, fue él quien nos tenía preparado un regalo inesperado: un cantor de tangos, con un estilo que ya no se ve ni oye.
Me lo presentó al llegar como "Vargas” y acerté sentarme a su lado. ¿Así que le gusta la guitarra? me preguntó. Humildemente, le dije, para los amigos, o en familia. ¿Qué género le gusta? volvió a preguntarme. Tango y folklore, preferentemente cuyano. Hablando de fútbol me comentó que no lo seguía mucho, pero que era hincha de Peñarol y que también le gustaba cantar.
Después que los muchachos me pidieran entonara algunas canciones dedicadas a la Esquina Colorada, y una tonada con cogollo para el dueño del santo, vi a mi compañero de almuerzo que se venía animoso con su guitarra. Encaró con un tango de la guardia vieja, con una voz que me hizo acordar a los tiempos de mi viejo frente al "tocadiscos”.
¿A quién me recordaba? ¿A Magaldi, Charlo, Angelito Vargas? Los más veteranos, se dejaron invadir deliciosamente por esas melodías ciudadanas que los transportaba a los años de su juventud, allá por los años 40, o 50. Cuando terminó la primera interpretación, aplaudieron en reconocimiento de esa voz, que parecía traída desde tiempos remotos.
La guitarra se acoplaba perfectamente con las cuerdas vocales y ambas sonaban como si fuese un solo instrumento. Se me ocurrió que estábamos frente a un auténtico "cantor nacional”, aquella denominación que se les dio a los primeros cantores que aparecieron en los años 20, tomando la posta de los antiguos payadores, que lentamente iban desapareciendo de escena. Este tipo de cantores, acompañados generalmente de guitarras, tuvieron sus años de gloria en los novecientos, y fueron anteriores a la irrupción de los cantores de orquesta.
Jorge Vargas, así se llama, tiene una voz melodiosa, con el sesgo nasal y aporteñado que caracterizaba a los antiguos cantores. Incluso al hablar, despliega la verba ligera y orillera del rioplatense, aunque es bien sanjuanino. Actuó en varios escenarios, y llegó a contarme que lo supieron acompañar Ernesto Villavicencio, el más grande, el "Cabezón” Barrera y "Panchito” Godoy, entre otros.
A poco de iniciada su intervención, se me acercó el Guido González, con quien sabemos improvisar algunos tangos y me dijo al oído, futboleramente: "éste nos metió 4 goles de entrada”. Al final, y después que alternamos con algo de lo que sabemos hacer, me dijo, en tono alentador: "creo que si no empatamos, perdimos ahí nomás”.
Cosas de estas juntadas que nos tienen comoagarrados a un querer, y que desde esa tarde del sábado de la semana anterior tiene registrada la postal de Jorge Vargas, quien se ganó el imaginario carnet, que identifica a quienes amamos con pasión las cosas nuestras. Y a la Esquina Colorada, por supuesto.
Por Orlando Navarro Periodista
Foto: Germán Navarro