Señor director:

Hace ya unos 40 años las kermeses eran algo diferentes que ahora. Pero quizás con la misma esencia. Justo en estos días que se celebra la fiesta patronal de la Virgen de Lourdes, en Rivadavia. En esas épocas de las décadas de 1970 y 1980, las calles de la villa eran empedradas.

Sin embargo, era un maravilloso circuito para hacer las carreras de bicicletas para niños, adolescentes y adultos. Por la noche, los feligreses se concentraban alrededor de la capilla.

En un sector se preparaban los juegos para diversión de la comunidad de fieles. Todos vecinos, junto a visitas de otras villas y barrios. Toda gente de trabajo que se tomaban un descanso de la cosecha de uvas para ir a dar gracias a Dios por el trabajo.

Esos juegos de tiro al blanco con dardos, el voltear latas con una pelota de trapo arrojada con la mano. La calesita, los copos de azúcar de diferentes colores. Todo era parte de la kermes.

Mientras, un locutor hacía publicidad por los parlantes mencionando los nombres de los almacenes del vecindario, el corralón donde se vendía leña, carbón y las garrafas de 10 y 15 kilogramos.

Postales de antaño que no perdieron la esencia de pasar un rato agradable, mientras se busca en la fe la fuerza para seguir adelante en la vida.