Muchas cosas han cambiado a partir de lo ocurrido en todo el mundo con la pandemia y las exposiciones y ferias de libros son sin dudas los eventos que más sufren las consecuencias de no poder convocar, de no permitirse aglomeraciones y se detuvieron de golpe en 2020 para analizar su suerte de "plan B” para 2021 y en muchos casos, han vuelto a suspenderse. Como se sabe, las ferias del libro son espacios de promoción de la lectura, valorización de la literatura y del conocimiento, una forma amena de acceso al libro, para formar lectores y con importantes promotores de lectura. Una feria del libro es "un evento cultural que constituye un punto de encuentro entre la oferta (prestadores de productos editoriales) y la demanda (lectores-compradores)”. La gran ocasión para vender libros y generar lectores, que se perdió en 2020 y que difícilmente pueda repuntar en 2021 aunque haya una idea de reprogramarla para octubre y se desarrolle de manera virtual. No sin nostalgia y algo de dolor por lo que acontece, vemos que a pesar de todos los esfuerzos, lo virtual puede tener cierto alcance y llegada pero no es aún masivo y atractivo para el público lector. Haciendo una labor retrospectiva, desde 2007 pudimos estar presentes de una forma que desconocíamos en ese momento y que desde SADE, a quien me tocó representar hayamos podido enviar cerca de 40 autores locales en 12 años de participación, es algo que no tiene precedentes. Las propuestas fueron tomadas con mucha responsabilidad y el trabajo ofrecido fue visto y disfrutado por numeroso público en jornadas inolvidables. Con fe esperamos que esos recorridos por pasillos, pabellones y calles de la Rural cuyo predio se llenaba del bullicio infantil, juvenil y adulto por igual con tantas posibilidades; un día regresen triunfales a llenarnos el alma.

 

Ada Gámez
Escritora
Ex presidente de SADE