Ahora que terminó el Mundial, algunas reflexiones me vienen a la mente, a propósito de las proyecciones que se hacen de nuestro país, como sociedad, con relación a la actuación de la selección. "Así somos los argentinos", fue la frase que se escuchó, viendo los barras deportados y el triste espectáculo que dieron en las tribunas y en las calles de Rusia. Como siempre, las generalizaciones son injustas, no todos los argentinos son así, pero se pueden establecer algunas relaciones, en el supuesto "mundial" que puede jugar nuestra nación, si se propone interactuar con el resto de las naciones.

 

 

La frustrante participación de la Selección argentina fue el resultado, indudable y previsible, de su falta de preparación y de planificación. Análogamente, lamentable es decir que la Argentina, como sociedad organizada, tampoco está preparada para los desafíos que presenta el mundo actual. Si queremos involucrarnos con el mundo, que vengan inversiones, hay que revisar dos aspectos, al menos, en los cuales estamos flojos: educación y energía. En energía, ya se sabe, hemos dejado de autoabastecernos y en educación, según el profesor Alieto Guadagni, no tenemos graduados universitarios suficientes y menos en carreras científicas o tecnológicas. Tenemos 120.000 graduados, de los cuales 60.000 son de ciencias sociales. A los ingenieros hidráulicos los podemos contar con los dedos de la mano y a pesar de que todo el mundo habla de Vaca Muerta, los ingenieros en petróleo son difíciles de encontrar.

Agrega Guadagni que "Argentina es el país que tiene mayor cantidad de estudiantes secundarios con relación a la población y sin embargo es el que tiene menos egresados". Brasil gradúa el 80% más que nosotros, Chile 70%, Colombia 110% y México 60%. ¿Cómo se explica? Es sencillo, en todos estos países y en más de 100 países en el mundo, hay que dar un examen de validación para entrar a la universidad. Aquí no, porque dicen que eso es restringir. En verdad restringe el que hace creer que no hace falta estudiar para ingresar a la universidad. Tenemos un tremendo problema de deserción en la universidad y nuestros alumnos carecen de metodología y disciplina de estudio.

Es evidente que así, nuestros vecinos tienen mejores chances de obtener inversiones por el hecho de que su fuerza laboral estará mejor capacitada.

El técnico de la Selección argentina, en su libro, ha dicho que odia planificar. Que le gusta el día a día, que confía en la creatividad del jugador argentino y por eso todos los días cambia. Así nos fue: cambió de esquemas, no repitió nunca el mismo equipo, en plena preparación otorgó permisos inexplicables, desestimó partidos de preparación. Es decir, improvisó y quedamos fuera.

Exactamente, también nuestro país quedará fuera del mundial de las naciones desarrolladas si no aborda inmediatamente el problema de su política educativa y nuestros dirigentes planifican un país para las próximas generaciones y no para ganar las elecciones del 2019.

Por Orlando Navarro    Periodista