Señor director:

Muchos sanjuaninos que vivimos aún después de haber sufrido el trágico y desastroso sismo de enero de 1944 fuimos testigos de sinfín de trabajos que posteriormente se hizo de demolición y de reconstrucción en la provincia, en especial en la capital, y que se siguen haciendo.

En nuestros días se ve con sorpresa una asombrosa materialización de grandes e importantes obras de todo tipo: edilicias, camineras, deportivas, culturales.

Entre tantos trabajos y al poco tiempo del terremoto se contempló la reforma y el rejuvenecimiento de varias plazas, urbanas y suburbanas, verdaderos pulmones verdes en el panorama provinciano.

Una de ellas, la Aberastain (ubicada entre las calles Caseros, Rivadavia, Aberastain y Mitre), fue objeto de un radical cambio general, que presencié siendo joven, que se aprecia con satisfacción aunque algo descuidado hoy.

Se construyó allí, en el centro, un espacio grande rectangular, acaso un cuadrado, libre de obstáculos para actos patrióticos, deportivos, religiosos y otros. Se desplazó hacia el Sur varios metros el pedestal con la bella estatua, hoy enrejada, del que fuera gobernador sanjuanino asesinado, Antonino Aberastain.

Aparecieron sendas enlajadas por aquí y por allá con piedras planas de Pie de Palo y de las ripieras del Río San Juan formando cuadritos, veredones de Este a Oeste. Hubo reforestación y sigue y sigue.

Además algo muy original poco visto aquí y en otras partes del país. Con el tiempo se pintó, aprovechando los dichos escaques, un gigantesco tablero de ajedrez que soporta lluvias, sol, vientos y tránsito de personas y livianos rodados.

Las 32 piezas usadas en el juego eran de la altura de un niño de pocos años, de unos 70 o quizá 80 cm fabricadas huecas, con madera o plástico que cargadas con destreza por los dos jugadores se movían según las reglas hasta el jaque mate.

Me pregunto si las actuales y jóvenes autoridades municipales están enteradas de la existencia y los detalles de tal obra que involucra al juego ciencia. Espero el día en que aparezcan las 32 piezas remozadas, reconstituidas para moverse de allí para acá, de aquí para allá bajo la mirada atenta de curiosos peatones. Reyes, reinas, alfiles, torres, caballos y peones aguardan ansiosos para actuar en el gran tablero empedrado para entretenimiento y solaz de niños, jóvenes y adultos.