Esquina de Corrientes y Esmeralda en tiempos de Newbery.

En esa charla de sobremesa teníamos varias cosas en común que conversar, lo que allanaba la comunicación. Entre ellas, el tango. Cuando por un momento callaron las guitarras, vino a la mesa un comentario, dicho como al pasar. "Ya no salen buenos cantores". Decíamos que hasta la aparición de "La Hora del tango'', con Luis Brandoni y Sandra Guida, que se emite actualmente los sábados por canal 7, los programas de tango hace rato que habían desaparecido de la televisión. Vemos que la convocatoria de asistentes es masiva en el "CCK" de Buenos Aires, la conducción impecable, la ambientación también. La orquesta se luce, sobre todo cuando toma el piano José Colángelo, un virtuoso pese a que ya orilla los 80 años.


Aparte de Raúl Lavié, Adriana Varela, "Cacho" Castaña y Luis Filipeli, que más bien pertenecen a una generación que se está extinguiendo, sólo Ariel Ardit sostiene una línea de calidad, como aquellos de las décadas gloriosas del tango. Ni que decir las orquestas, o la "pinta" de los intérpretes. Como lo expresa el tango "Corrientes y Esmeralda": "En tu esquina rea, cualquier cacatúa, sueña con la pinta de Carlos Gardel". Este tango fue compuesto por Celedonio Flores, y lo invitaron al zorzal criollo a que lo cantara. Gardel dudó, sobre todo por modestia, por esa parte que lo aludía. Pero lo grabó, reemplazando su nombre por el de "Maurice Chevalier" o "Charles Boyer", que riman igual.


Pero, siguiendo con la charla, este tango tiene mucha tela para cortar. Dice el comienzo que "amainaron guapos junto a tus ochavas, cuando un elegante los calzó de cross". Los guapos, que soñaban con la pinta de Gardel, se juntaban en esa famosa esquina porteña, como en otras, a piropear y, también a matonear o provocar. Sólo que cierta vez se equivocaron con el destinatario de sus chanzas, pues se trató de Jorge Newbery, gloria de nuestra aviación, quien fuera un activo practicante de varios deportes, entre ellos el boxeo. Dicen que aprendió a colocar muy bien sus golpes y fue "el elegante que calzó de cross" a alguno de aquellos "cacatúas".


La letra despliega un lunfardo bien orillero, y cuentan que en su versión original decía "cajetilla" en lugar de elegante, término aquél que aludía al joven bien vestido y presumido. En nuestros tiempos apareció el término "petitero" o "niño bien", al que hacen referencia otros tangos, muy conocidos. Era el clásico pelandrún que tenía "el berretín de figurar", del que se dijo "vos te crees que yo no sé, que vivís lejos del centro, pero andas ancho y contento, por Callao y Santa Fe". Sin embargo, Jorge Newbery venía de un hogar burgués y acomodado, pero sabía alternar el aristocrático Jockey Club con boliches del bajo fondo como el de "Hansen", o con la esquina de Corrientes y Esmeralda, donde tuvo el encontronazo aquel, que inmortalizó el tango de Celedonio Flores. Sólo el arranque enjundioso de las guitarras para entonar un nuevo tango interrumpió la charla, que seguiría después por incontables horas.


Por Orlando Navarro  -  Periodista