Señor director:
"Las ideas no se matan”, dijo el Maestro de América, Domingo Faustino Sarmiento. Yo diría que mueren solas. Es por eso que quiero contarle a los lectores de DIARIO DE CUYO la historia verídica de la denominada "Ciudad parral”.
Resulta que en el año 1941, apareció en el diario "Los Andes”, de Mendoza, un artículo muy novedoso para la época y por demás original. En él se proponía la conveniencia de que se plantara en las calles de la Ciudad de San Juan, parras, para encastrarlas y formar un parral que llamaría vivamente la atención. No solamente de los sanjuaninos, sino también de los pocos turistas que visitaban esta provincia. San Juan, para esos años realizaba una importante fiesta de la vendimia en la ciudad de Caucete.
Los ciudadanos de Mendoza, creería que por una cuestión "folclórica", siempre se supieron habitantes de una provincia importante, con respecto a San Juan, ya sea por sus viñedos, por ser petrolera, o simplemente por la cantidad de personas viviendo en ese suelo, además que contaba y cuenta con un paso internacional, que pocos los había por ese entonces. Por ello se tuvo a San Juan como un apéndice.
Mientras, San Juan, mucho dependía de la provincia hermana. Por ello no era de extrañar tan absurda, afiebrada y trasnochada idea, visto desde la actualidad.
Posteriormente un sanjuanino, Vitalicio Gnecco, preconiza la misma idea en aquellos momentos de tristeza y locura de los sanjuaninos después del terremoto de 1944, en que todos aquellos que no habían sentido los efectos del terrible fenómeno, creían engañarnos con la ciudad ideal que nos iban a dejar. Esto es fuera, por cierto, del radio tradicional de nuestra vieja y querida "aldea”.
Es que increíblemente, desde las páginas de la publicación "El Censor”, apareció un artículo con fecha 19 de enero de 1945. En él se proponía una "Ciudad Parral”, entre nosotros.
Estos "visionarios” se imaginaban a veredas y calzadas cubiertas de hermosas parras llenas de racimos de uvas. También a escolares, con sus guardapolvos blancos, realizando la cosecha. Más que original.
Esta misma idea se trasladó al "Parque de Mayo”, proponiendo que en vez de pérgolas con rosales y glicinas, hubiese parrales. Esta verde idea de Gnecco y su antecesor, atesoraban el convencimiento de que la Ciudad de San Juan tenía que ser original para salir de la rutina y de la monotonía. Estas ideas no llegaron a prosperar. Ni siquiera fueron escuchadas por las autoridades de esa época.
Quizás, estas "revolucionarias” ideas tenían su fundamento en que la capital de nuestra provincia era una ciudad sin arbolado público, (como muestra la foto antigua). Sus angostas veredas y la inexistencia de acequias no permitían la forestación, sólo en las plazas existían árboles. Fue allí cuando surgió la intención de potenciar el Parque de Mayo, dotándolo de variada cantidad de especies arbóreas, que últimamente los gobiernos están dejando morir, por falta de atención.
Tanto la denominada "ciudad parral” como la tristeza de los actuales árboles de la ciudad, tienen un parecido: la indiferencia de los gobiernos que han transitado las mieles del poder, a lo largo del último siglo.
Leopoldo Mazuelos Corts DNI 5.543.908
