Pensando en qué temas nos llaman más la atención en estos días a los argentinos surgieron numerosos asuntos. Claro, noticias y material hay de sobra, "para hacer dulce", tal como se dice en el campo sanjuanino.

Pero a mi mente vino la familia de Nazaret, sí, Jesús, María y José. Y Ud. se preguntará: ¿qué tienen que ver con el campo y la agroindustria argentina? Simplemente todo.


Escuche por favor, me sorprendí y comenzando por el final, simplemente le pedí a Jesús en su año terreno 2017, nazca de nuevo en el corazón de todos y cada uno de nosotros.


Es que la familia de Nazaret se parece mucho a las familias argentinas de hoy. En aquel momento a José y María no les sobraba nada, más bien les faltaban todo, como a Ud., como a mi y muchos argentinos.


En ese mar de necesidades básicas insatisfechas establecido, al igual que ahora, por las decisiones de la clase política del momento alejadas de la realidad de su pueblo, debieron cumplir con las imposiciones del Estado, como nos sucede hoy.


Y por ello, el alumbramiento los encontró en un pesebre para dar a luz al Rey del Universo. Si, el Rey del Universo nació entre animales.


Y hoy lo que sobra en nuestro país es la miseria humana no sólo en la clase dirigente. Es decir, la inmundicia moral, verbal e intelectual nos rodea y abofetea a diario.


Pensando en esta familia que no se dio por vencida, que en silencio y luchando contra la adversidad no claudicó en su misión y eligió la vida en lugar en de la muerte, no me queda más que caer de rodillas para pedir a Jesús, María y José de Nazaret; haga nacer en el corazón de todos y cada uno de los habitantes de nuestro país a nuestro salvador Jesús.


Orar a ese Salvador capaz de calmar las tempestades, para sosegar la actual tempestad política.


Pedir a ese Salvador que curó a los enfermos, que sane la mente el alma y el corazón de todos y cada uno de nosotros y en especial el de quienes dirigen los destinos de nuestra provincia y de nuestro país.


Suplicar a ese Salvador que echó la lacra de los vividores de la Fe de los templos y los demonios de los poseídos, que purifique nuestras religiones y nos libere de las cadenas de los egoísmos, los celos y miserias humanas.


Mirar a ese Salvador que multiplicó los panes y los peces, para rogarle multiplique el número de sus servidores y de líderes capaces de entregar su vida por sus hermanos y liderados y no de robar la vida de sus hermanos en beneficio propio.


Este es mi anhelo y el deseo de quienes construimos silenciosamente construimos este país.



Por el Lic. Adrián Alonso   Periodista Agrario