Señor director:


El prólogo de Vicente Verdú a la novela de Douglas Coupland Generación X, (1993) sitúa perfectamente el tema. Coupland describe a un amplio sector de la adolescencia y juventud actual como un gran aglomerado de personas conformistas, pasivas y abúlicas, que son una incógnita. Por eso habla de "la generación X". "Ellos carecen de furor reivindicativo. No se han gestado como rebeldes, sino como residuos. No se sienten solidarios, sino individuos. No constituyen un movimiento; se encuentran, en su mayoría, parados".


En mi opinión muchos de estos jóvenes padecen un vacío de valores que no supieron llenar en su momento las familias y las escuelas. No se reconocen a sí mismos como generación que debe transmitir un mensaje a la generación siguiente.


Hay que decir en su descargo que viven en "La era del vacío" (Lipovetsky, 2014), un tiempo de apatía, indiferencia y deserción. Los ocios excesivamente permisivos suelen estar vinculados a una subcultura caracterizada por el síndrome narcisista: una exagerada atención a todo lo relacionado con el cuerpo, la salud y el sexo, con olvido de la vida del espíritu. Esta actitud no es exclusiva de los adolescentes. Hay un viejo libro con este título: "¿Educación de los hijos? Educación de los padres".