Señor director:

Estamos viviendo una época de inseguridad que en ciertos momentos nos atemoriza. Esta situación nos mueve a expresar nuestros variados sentimientos, ya sea verbal, en confidencia o públicos.

A diario vemos atracos, robos, asesinatos, abusos y tantas otras formas de la delincuencia, que, a pesar de la protesta masiva que en ciertos lugares se realizan, quedan sin ser controlados o resueltos por la Justicia, que pareciera estar pasiva.

La delincuencia no se combate solo con policías en la calle. La herramienta más eficaz para combatirla es la educación, que es el punto de partida del progreso, y de la transformación de la sociedad.

Viendo y comparando estadísticas, el panorama no es muy bueno. Creo que los organismos gubernamentales tienen una ardua tarea para encauzar esa parte de la sociedad que denigra nuestra Argentina. Encauzarla a la educación, al trabajo.

Ya en "Génesis", Dios dijo: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente". No son las dádivas las que educan y forman; el trabajo es el que enaltece al buen ciudadano. Fuimos un pueblo libre y trabajador, con numerosas fábricas.

Era gratificante observar que tras la sirena estridente que marcaba la hora de salida, una gran muchedumbre se desbordaba desde aquellos grandes portones. Eran hombres y mujeres que forjaban la patria con su trabajo honrado y eficaz.