
Un cartel al costado de la ruta con una flecha dibujada indica la casa donde se puede comprar exquisiteces gastronómicas de la zona como quesillo, dulces caseros, además de adquirir bellísimas plantas de la zona. Son unos 400 metros de camino de tierra flanqueado por vegetación, en su mayoría arbustos de distintas especies, entre las que sobre sale el algarrobo. El perfume de hierbas aromáticas y de esos yuyos tan buscados por los sanjuaninos para agregarle al mate como incayuyo, burro y tantos otros. Justo donde finaliza la huella está la casa de Mercedes Riveros (59). Allí está su hermano, que selecciona yuyos que lava para luego dejarlos secar y finalmente fraccionarlos en bolsitas para luego venderlos, ya sea entre vecinos como visitantes. A todo esto, doña Mercedes sale al encuentro de las visitas con una sonrisa y una voz tan cálida como suave. Es la tarde en este lugar ubicado a unos 15 kilómetros de Astica y a unos 40 de San Agustín, villa cabecera del departamento. El lugar brinda mucha tranquilidad en medio del silencio, solo interrumpido por el canto de diversas especies de aves multicolores. En ese contexto paradisíaco, Mercedes cuenta que "el trabajo es de sol a sol. Porque aunque el lugar sea solitario y tranquilo, hay mil cosas por hacer". Sus manos están curtidas por el trabajo y su rostro muestra la candidez de una mujer que sabe lo que es trabajar en el campo. "Todo lo aprendí de mi mamá y eso me sirvió para ganarme la vida". Mercedes tiene en un sector de la casa un vivero que de a poco va poblando con plantas de la región en macetas de distintos tamaños. También trabaja en la elaboración de dulces caseros. Y, entre tantas tareas, también está la de elaborar quesillos, hechos con leche de cabra. Se trata de una delicia típica de las regiones donde se crían cabras y que se producción se remonta a épocas prehispánicas, según los historiadores.

La tarea para Mercedes no tiene descanso, aunque como ella dice que "si bien, gracias a Dios, no tengo horarios de trabajo, el trabajo es de todo el día". Horas, días y semanas de trabajo es para vender sus productos a los turistas. Pero, también suele llevar sus productos vallistos a ferias artesanales en Rawson, como también en Capital. "Gracias a Dios con mi trabajo pude ayudarle a mis hijos para que se educaran". Es así que su hija es estudiante de abogacía, mientras que su hijo estudió para policía. Incluso ellos, cuando están de vacaciones le ayudan a su madre en ese intenso trabajo que es el de buscar plantas, hacer dulces y quesillo. La tarde ya se está yendo y el sol quiere ocultarse entre los cerros cubiertos de la típica vegetación de la región, entre los que se distinguen los erguidos cactus en sus distintas variedades. Mientras, Mercedes va acomodando sus plantas, dulces y deja secar los quesillos hasta la mañana siguiente para que salga a la venta. Y, es que el campo, también tiene ese perfume de mujer trabajadora que le ofrece brillo a la vida.
Por José Correa
DIARIO DE CUYO
Enviado Especial
Fotos: Marcos Carrizo
