Señor director: 
Como ya es costumbre, le traigo a los lectores otra historia más de la Cuarta Región de Chile. Resulta que una montura hecha de pellones y metal, compartió el desapego vital para olvidar apremios de un capataz en la pampa salitrera. Cuando se colocaba la silla de montar sobre una mula porfiada. El áspero luminoso se hizo sombra entre apuntes de mil jornadas. Y, con su montura plateada. 


Tal como un congelador actual, por su forma y tamaño; los azufradores elquinos no eran otra cosa que una caseta de barro. Así, el rectángulo llegaba al metro cuadrado en su base y dos metros de altura. Abajo, la rejilla para quemar el azufre y, enseguida, tres repisas para colocar los canastos redondos con los duraznos pelados. El azufrador y el horno de barro eran yunta en la estampa tradicional de la huertería. 


Don Hilarión (Ya conocido por los lectores de DIARIO DE CUYO - Argentina -, Diario El Día - Chile), en 1946, sólo conservaba parte de "la montura plateada'', usada en la salitrera norteña. Molina, aún es recordado por haberse sacado el sombrero ante la obtención del Premio Nóbel 1945, por parte de Gabriela Mistral y dejar que un niño lector - actual colaborador de vuestro diario -, le ganara la portada de la revista Zig Zag con el retrato de la maestra rural. 


La tierra prometida aguardaba a orillas del paso del tren. Y, allí, donde no había nada, se plantaron higueras, parras y ,luego, duraznales. 


La figura del capataz con su montura plateada lucía hasta antes de la crisis del salitre chileno - 1931 - y ya por la época del premio a Gabriela no era ni su sombra... sólo tenía un farol, pupitre y los restos de una montura del tipo Murrieta con fragancia calichera y duraznales.