Señor director:

La industria vitivinícola tocó fondo. La verdad no se cambia. Estamos en un enfoque de política económica que afecta intereses de productores sanjuaninos y por carácter transitivo a nuestro pueblo de San Juan.

Se ha permitido importar vinos a granel de traslado de nuestros vecinos chilenos por cantidades cercanas a los despachos vínicos, de los meses faltantes a la liberación del vino nuevo.

Una verdadera defensa a nuestros viñateros, tanto sanjuaninos, mendocinos y otros es utilizar los remanentes de los vinos de los viñateros y trasladistas de bodegas de vino a granel, para abastecer el consumo.

El problema es que los caldos vínicos tomarán valores superiores a $10 e influirán en la venta del vino al consumidor. El vino tendría un valor real de mercado de acuerdo a las existencias vínicas.

Aleluya para nuestra industria vitivinícola, porque el precio al público tenga un gran incremento ya que representaría un producto caro para los centros de consumo como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Tucumán y otras provincias donde el consumo es mayor. Esto sería devolver al productor un valor rentable, es decir para el sector más sufrido en la cadena productiva.

Es un pecado importar vinos de Chile ya que es demasiado el flujo de divisas que consumimos en comprar productos diversos (electrónica, artículos del hogar, etc.). Acá en San Juan, las políticas erróneas han priviligiado a otros sectores permitiendo la escasez de uvas de mesa para consumo.

Se tendrán que poner los pantalones largos los políticos (senadores y diputados) para prohibir la importación de vinos; y las instituciones como Federación de Viñateros, Asociaciones de Viñateros Independientes, las Corporaciones (Coviar) para que el vino recupere un valor rentable.