Señor director:

Este es un reconocimiento a los habitantes de mi pueblo jachallero. Está soplando una brisa está soplando sin ganas. La siesta se pone ruda, la tierra se vuelve brasa.

En el medio del potrero un labriego le cuerpea a este clima tan intenso de los valles y sus sierras. Ala gastada, el sombrero, ropa gruesa bien holgada como espantando el silencio.

De mi tierra es el paisano con el alma esperanzada por un mañana mejor. Por tanto la escardillada, su mujer, siempre a la par. Su hijo le alcanza agua para suavizar el dolor de esa postura agachallada.
Este hombre tan sufrido que al final es alabanza, la tierra siempre lo premia por su honradez y constancia.

Porque sabe del amigo el cumplimiento y la farra cuando quiere, pega un grito y pulsa una guitarra. Le habla de amor al terruño, porque esa fue su crianza. Pucha que lindo si alguno lo escuchara con confianza.

Está soplando una brisa está soplando sin ganas la siesta se pone ruda la tierra se vuelve brasa.