Enrique Santos Discépolo definió al tango como un pensamiento triste que se baila. El tango es una canción ciudadana, urbana. El poeta le canta a su entorno, a su barrio, al arrabal. El sentimiento de pertenencia a un lugar surge en la música exaltando la letra. Los compases fluyen dando intensidad a los versos claves, matizados con palabras en lunfardo. La inconfundible voz de Carlos Gardel, cantó con letra de Alfredo Le Pera: "Melodía del arrabal". 


" Viejo barrio./ Perdoná si al evocarte/ se me pianta un lagrimón,/ que al rodar por tu empedrado/ es un beso prolongado/ que te da mi corazón".


Recordemos los versos de Homero Manzi con música de Aníbal Troilo en: "Barrio de tango". 


"Un pedazo de barrio, allá en Pompeya,/ durmiéndose al costado del terraplén./ Un farol balanceando en la barrera/ y el misterio del adiós que siembra el tren". 


En la mayoría de las composiciones, el tango se dice en primera persona. El poeta habla de su amada. Hay confesión, desengaños, lamentos, nostalgias que ensamblan acorde y letra. 


Esas creaciones de amplitud estética inspiradas en plumas heterogéneas son espejos de vida y perduran en el imaginario popular. 


Tiene siempre vigencia las palabras de Enrique Cadícamo en: "Nostalgias" 


" Quiero emborrachar mi corazón/ para apagar un loco amor/ que más que amor es un sufrir./ Nostalgias/ de escuchar su risa loca/ y sentir junto a mi boca/ como un fuego su respiración". 


Y el dolor del amor perdido es temática de Enrique Cadícamo en: "Los mareados" 


"Hoy vas a entrar en mi pasado,/ en el pasado de mi vida./ Tres cosas lleva mi alma herida:/ Amor...pesar...dolor". 


La poesía fluye desde los climas emocionales para trascender desde el plano individual a lo universal. 


Los grandes intérpretes supieron jerarquizar nuestro tango y al compás del dos por cuatro vibra la emoción tanguera que conmueve a un país y aplaude el mundo.