Señor director: 


Antes del terremoto del año 1944 que castigó a la provincia de San Juan, en la Parroquia de La Inmaculada Concepción, existía una agrupación de jóvenes mujeres. Se hacía llamar "Las Hijas de María'', Para entonces, el cura párroco era el presbítero Eustequio Estaban, muerto en esa catástrofe. Estas niñas adolescentes y señoritas solteras servían a la Virgen. Como misión rezaban el Santo Rosario todas las tardes. Otra de sus tareas era el mantenimiento del templo, como así enseñar el catecismo a los niños en la preparación de la primera comunión y acompañarlos en el Día de la Virgen, cada 8 de diciembre, como se ve en la foto del año 1940, sacada por el señor José Mazuelos. 


Estas servidoras de la Virgen siempre vestían de blancos guardapolvos y tapaban sus cabezas con hermosas mantillas de blanco puro. Para pertenecer a este grupo debían tener una conducta ejemplar, una vocación de servicio y caridad cristiana. 


Para esas épocas, las mujeres no necesitaban lucir sus mamas, no estropeaban edificios públicos e históricos, porque eran valoradas y respetadas como tales. En estos tiempos, cuando se supone que la mujer tiene un lugar igual al hombre, con todos sus derechos reconocidos y valorados, se producen actos vandálicos y diabólicos.

Muchos de ellos dañan a una sociedad que está harta de violencias y exhibicionismos baratos e inmorales. 


Días pasado, en la provincia de Tucumán, se vio por la redes sociales y en todo el planeta, el triste e irrespetuoso acto sacrílego de unas llamadas mujeres que estaban a favor de la muerte de niños a través del aborto. Hacían la parodia en donde la Virgen abortaba al niño Jesús. 


No entiendo el silencio de la Iglesia Católica. Una Iglesia de más de mil doscientos millones de fieles en cuyo seno, la Virgen María es lo que más se respeta y venera. ¿ Estaremos en las puertas de otro Sodoma y Gomorra? en donde todo un pueblo sucumbió y se perdió por el pecado? 


El Estado y la Iglesia argentina deben hacer algo. Primero, limpiar la imagen de María y Jesús. Segundo, hacer cumplir la ley sobre esta clase de actos. 


"Perdónalas Señor, porque no saben lo que hacen''. Seguramente, la caridad de María será tan misericordiosa. Pero los castigos terrenales se pagan en la tierra.