Señor director: 


¡Al diablo con el autoritarismo! Me tienen harto los autoritarios. Los que desde una tribuna ganada a fuerza de latrocinios, injusticias y pesares de los inocentes, se adjudican la potestad de pensar por uno, de ejecutar por uno. De mandarnos a casa a cuidar los jardines, porque ellos saben cómo cuidar nuestras cosas importantes. Cosas, que suponen, uno no sabe distinguirlas siquiera y, por lo tanto, qué hacer con ellas. Pues ¡al carajo con estos seres! Y yo que creía que eran una especie en extinción. Parece no habernos bastado con dos guerras, la posterior guerra fría, las invasiones, las dictaduras y los mesianismos. 


Una vez, siendo joven, leí "El miedo a la libertad", de Erich Fromm. Me marcó. Me mostró en blanco sobre negro lo que es el mundo, y sus nuevos desafíos. Fromm lo escribió en el siglo pasado entre las dos guerras, cuando ya asomaban esos seres que idearon guetos, campos de concentración, muros y tanta cosa horrenda, para atar de pies y manos al hombre y su capacidad de decidir por sí mismo. 


¡Muros! Ya cayó el de Berlín. ¿Vamos a levantar otro?  


Tengo mucho para decir, pero voy a cansar porque daré vueltas sobre lo mismo. Prefiero aportar, a modo de invitar a una sana discusión, el vuelo poético del catalán Jesús Lizano, que en franca controversial con los pensamientos rígidos, escribió lo que sigue sobre "las personas curvas", a las que prefiere.  


"A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas, los caminos curvos. Porque el mundo es curvo y la tierra es curva y el movimiento es curvo. Y me gustan las curvas, y los pechos curvos, los sentimientos curvos; la ebriedad es curva; las palabras curvas; el amor es curvo; ¡el vientre es curvo! Lo diverso es curvo. A mí me gustan los mundos curvos; el mar es curvo, la risa es curva, la alegría es curva; el dolor es curvo. Las uvas: curvas, las naranjas: curvas, los labios: curvos, los sueños: curvos, los paraísos curvos (no hay otros paraísos). El día es curvo, la noche es curva, ¡la aventura es curva! Y no me gustan las personas rectas, el mundo recto, las ideas rectas, las manos rectas. A mí me gustan las manos curvas, los poemas curvos, las horas curvas. ¡Contemplar es curvo! los instrumentos son curvos. 


No me gustan las cosas rectas; los suspiros: curvos; los besos: curvos; las caricias: curvas. Y la paciencia es curva. El pan es curvo y la metralla recta. No me gustan las cosas rectas, ni la línea recta: se pierden todas las líneas rectas. No me gusta la muerte porque es recta, es la cosa más recta, lo escondido detrás de las cosas rectas. No los dioses rectos: ¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos! El baño es curvo, la verdad es curva, yo no resisto las verdades rectas. Vivir es curvo, la poesía es curva, el corazón es curvo. A mí me gustan las personas curvas y huyo, es la peste, de las personas rectas".