Hasta no hace mucho, Concepción, el “Pueblo Viejo”, era atravesado por varios canales, llamados canales de riego, o canales regadores. Muchos de ellos caudalosos, que con el advenimiento de la avenida de Circunvalación, se cerraron y desaparecieron. Estos canales tenían la misión de suministrar agua a las muchas fincas y chacras que en esta zona existían, llegando hasta Santa Lucía, donde las aguas llegaban a los parrales de la zona. En la esquina de Sarmiento y Maipú, todavía existe un pasapuente que dice: “Gobernación A. Cantoni” (1927). Verdadera reliquia ignorada por los que dicen rescatar el patrimonio de San Juan, tanto fuera como dentro del gobierno.
Por el fondo de mi casa pasaba el canal “Fernández” (no sé el por qué del nombre), que nos acompañó en toda nuestra niñez y parte de nuestra juventud. Digo nos acompañó, porque era un aliado más a nuestros juegos de niños, que hacía el motivo de juntada de los infantes del barrio. Un escondite con todos los misterios incluidos.
Recuerdo que en épocas de monda (limpieza), cuadrillas de operarios del Departamento de Hidráulica, con altas botas de goma negras, anchas palas y azadones, junto a las carretillas, se encargaban de dejar al canal libre de cualquier obstáculo. Esto nos servía para correr en los tramos que no estaba canalizado o entubado. Para nosotros, el canal limpio era una tentación muy fuerte, difícil de ignorar. Este nos invitaba a recorrerlo de punta a punta, muchas veces llegando hasta la Villa América. La característica de estos canales era la vegetación y cañaverales que se acumulaban a sus orillas. A mi madre, varios dolores de cabeza le costó que el canal pasara por el fondo de casa. Muchas veces y con “varilla” en mano, nos sacaba para que no lo usáramos como pileta de natación, pues sus aguas no eran recomendadas para bañarse. En épocas de mucho caudal, desbordaba el agua de su cauce y dejaba al fondo de mi casa en un solo charco. A esta circunstancia, también la convertíamos en motivo de nuevos juegos. Más cuando era verano y las altas temperaturas nos invitaba a chapotear.
Se podría escribir uno o varios libros sobre la historia de los canales de Concepción, que se ponían peligrosos en épocas de carnaval. Es que el agua era poca para las “chayas” tan grandes que se generaban en el vecindario, a lo largo de su recorrido.
Con el tiempo y la construcción de la Circunvalación, todos los canales murieron. Hoy, son sólo recuerdos.
