Señor director:


Sólo transcribiré aquí lo que escribió Aristóteles, en su libro "Política'', hace unos 2.300 años: "... en las ciudades que se gobiernan democráticamente, según la ley, no tiene lugar el demagogo, sino que los mejores ciudadanos ocupan la presidencia; pero donde las leyes no son soberanas, allí aparecen los demagogos, pues el pueblo se erige en dirigente único, uno solo formado de muchos, ya que muchos ejercen el poder, no individualmente, sino colectivamente. (...) dicho pueblo, igual que si se tratara de un monarca, pretende reinar solo, sin regirse por la ley, y se hace despótico, de forma que los aduladores son honrados. Tal democracia se corresponde con la tiranía entre las monarquías y por eso sus características son idénticas: ambos tratan despóticamente a los mejores, los decretos son como allí los edictos y el demagogo y el adulador son los mismos y se corresponden. Unos y otros adquieren mucho poder en ambos regímenes respectivamente, los aduladores entre los tiranos y los demagogos entre los pueblos de esa índole. Ellos son los responsables de que prevalezcan los decretos y no las leyes, llevándolo todo ante el pueblo, pues se engrandecen porque el pueblo controla todos los asuntos y ellos la opinión del pueblo, ya que el pueblo les obedece. Además, los que acusan a los magistrados dicen que el pueblo debe juzgar, y éste acepta encantado la invitación, de forma que todas las magistraturas acaban por desaparecer.''


Sin duda ésto no tiene desperdicio. Desgraciadamente, es tan aplicable a nuestra realidad actual, que muestra que en veintitrés siglos no hemos aprendido nada...



David Walther López Sillero
DNI 11.481.303