Es sabido que la dentadura humana a lo largo de la historia dio pie a muchísimos relatos relacionados tanto con la salud y sus dolorosas consecuencias, como también aquellos referidos al aspecto estético que brota del rostro de quien muestra una sonrisa. Muchos famosos personajes dejaron innumerables testimonios de su deficiente dentadura. Nombremos por ejemplo a Isabel I de Inglaterra, Luis XV de Francia y George Washington. Josefina la esposa de Napoleón, también de pésima dentadura, evidenció su resentimiento por los atractivos dientes postizos que en una cena de gala orgullosamente mostrara María Luisa de Parma la reina de España. Se sabe también que la cautivante dentadura que lucía la glamorosa Marilyn Monroe era artificial. Pero repasemos un poco la historia. Sobre restos humanos de más de diez mil años, se han encontrado piezas dentales infectadas y cariadas que fueron taladradas o vaciadas. Pequeñas herramientas de sílex, halladas en diversos yacimientos, evidenciaron también que fueron usadas por supuestos dentistas prehistóricos. Antes de la llegada de la agricultura, las caries eran poco comunes. Los problemas dentales se dispararon a partir del sedentarismo y sobre todo cuando cambiamos la dieta. Como el ácido láctico que los azúcares producían, atacaba al esmalte protector de las piezas dentales, comenzaron a aparecer en forma masiva las caries.


A finales del siglo XVIII en casi todo el mundo se estaba incursionando en la odontología, pero las piezas dentales utilizadas como reemplazo dejaban mucho que desear. Los modelos de prótesis más apreciados eran los que tenían dientes humanos, pero como los donantes vivos eran escasos, más bien eran los ladrones de tumbas quienes hacían su negocio. Hace algunos años visité el campo de batalla de Waterloo, donde fue derrotado Napoleón en 1815. Sentí entonces la extraña sensación de estar simultáneamente en un emblemático lugar y en una gigantesca sepultura de hombres jóvenes y fuertes. En ese inmortal paraje no sólo se cambió la historia del mundo, sino que también allí quedaron los restos de 50.000 soldados. Los saqueadores y lugareños vieron una oportunidad para hacer negocio con las dentaduras de quienes cayeron en combate. Para entonces las prótesis bucales con dientes naturales seguían siendo las más demandadas por la sociedad británica, y las mejores piezas venían de Waterloo. Precisamente por este hecho, la profesión de dentista comenzó a perfeccionar sus técnicas y a ganar tanto prestigio como dinero. Rápidamente a este tipo de dentaduras se las denominó "Waterloo Teeth" (Dientes de Waterloo).

Higiene dental

Para mejorar la higiene, se sabe que en el antiguo Egipto se conocía la pasta dentífrica que se hacía mezclando piedra pómez, tiza y cáscara de huevo. A modo de cepillo de dientes, los romanos utilizaban las plumas de algunas aves y los primeros cepillos de cerda con mango aparecen en China en el siglo XIII. Para cuidar el aspecto estético, en algunas culturas como la etrusca, aparecen las prótesis dentales. Los dientes de oro o marfil, servían también para evidenciar la riqueza de su propietario. La demanda de piezas para dentaduras postizas crecía sin parar. Un negocio nuevo estaba en auge, y muchos joyeros, químicos, peluqueros e incluso herreros, no querían perder esa oportunidad.



Por el Ing. Juan C. González Aubone
DNI. 6.766.881