Señor director:


Cuando le diste el beso previo a mi padre antes de concebirme, yo ya te quería, como te quise los nueve meses que sin conocerte en tu panza me tenías. Te quise cuando un 4 de diciembre en horas de la mañana, con dolor y alegría me parías. Nunca te lo dije, que mi llanto al nacer fue de alegría, pues esperé nueve meses, ya que en tu vientre me tenías. Y, al ver tu cara de alegría, largué mi llanto, pues hablar no sabía. Y, como besar no podía, tú me colocaste tus labios en ambas mejillas, y me enseñaste todo lo que un beso podía. Madre, esto no es un verso y menos un poema, que si yo supiera hacerlo, las mejores estrofas te escribiría. Esto es solo la inspiración que mi cariño y amor a ti te dedicare, porque eres mi madre y cada día más te recordare.


Te quise antes y te quise después, cuando eras joven y bonita y aún viejita y más bonita, te quiero en mis recuerdos y te querré hasta la eternidad.


Te quise caminando sobre tus tacones apresurados. Te quise cuando me dejaste en la escuela en mi primer día de clase, que aún suena en mis oídos cuando me dijiste, "esta es la puerta de tu futuro, entrá y andá a buscarlo, que no importan los años, porque yo te ayudaré a concretarlo. Te quise con tus labios rojos y un rush sobre ellos brillando, para darle marco a una sonrisa que muchas veces yo estaba esperando. Cuando tus lágrimas derramaste al perder a tu amado y que con sabiduría y dolor disimulaste, porque tus seis hijos con miradas de niños hicieron que tu pena en tu corazón reposase. Porque me hiciste entender el amor de madre cuando a un hijo se pierde, y te quise otra vez cuando a tu segundo hijo también lo perdiste. Dolores de madre que uno no entiende y que el silencio hace ruido solo y adentro de una madre. Te quise al ver tu cara de dolor y no encontrar explicación y consuelo, porque estos dos hijos que perdiste trizaron tu corazón, pero lo mismo seguiste. Hoy es el día de tu rol de madre, que me dio a luz, que me crió, que me acompañó y todavía me acompaña, y sobre todo que me enseño que querer a la madre es una bendición de Dios. Yo sé dónde estás, yo sé de donde me miras, yo sé porque me cuidas, yo sé que te tengo en el corazón y sé que mis latidos llegan hasta el cielo, que junto al lado del Señor formas parte de lo sublime que no tiene tiempos ni dolor. (Murió un 18 de junio de 2003).

Leopoldo Mazuelos Corts
DNI 5.543.908