Señor director: 

Si bien a esta carta debería haberla enviado con anterioridad, no quiero dejar pasar esta oportunidad para expresar lo siguiente: Sucede que el día del partido de fútbol que se jugó en San Juan, en el marco de las Eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018, transitaba por calle Mendoza de Norte a Sur, justo unos minutos antes de que pasara el micro llevando a los jugadores del seleccionado argentino. Me dio una linda sensación ver cómo la gente esperaba el paso del mismo, entiendo, con la esperanza de ver y saludar a los ídolos. 

Pero unos minutos después, todo se modificó para mi sentir. Los policías que en moto acompañaban al micro, de a dos por moto y con sus escopetas a la vista, tal como si cuidaran al rey o persiguiesen al delincuente, haciendo gala de una fiereza importante y amenazando a los automovilistas, abrían el camino para que pase raudo el vehículo del soberano. 

En el mismo viajaban los ídolos que con las cortinas totalmente cerradas nos mostraban a la gente lo poco que les importamos, aunque luego, en la cancha, pedían por aliento y aplausos. 

Ambas actitudes son las que originan esta carta. Entiendo, espero, desearía que alguna persona con el criterio suficiente les cuente a esos policías que la gente no es menos que ellos. Que por gritar y mostrarse fieros, no son más importantes ni valientes. Y, alguna otra persona le muestre a los jugadores que por saludar y ser educados, no van a perder su calidad deportiva ni se rebajarán al nivel de las personas comunes. 

Cuando estas actitudes de quienes se creen superiores por la razón que sea cambien, puede ser que empecemos a vivir mejor.