Señor director:

Dentro del patrimonio fotográfico que mi padre, José Mazuelos, dejó después de su trágica muerte en el año 1952, voy encontrando otro patrimonio que quedó plasmado en la foto y sus historias. Se trata de sus amigos. Muchos de ellos que por sus actividades, en el deporte, cultura y la vida misma, dejaron para San Juan, lo que hoy contamos en historia. Como toda historia, un pasado de momentos lindos y/o trágicos.

Un amigo, entre tantos, y que para mí era el dueño de los cielos, fue el "aviador", José Juan Licciardi, gran piloto de aviones.
Me faltarían renglones para escribir sobre Pepe Licciardi, pues su trayectoria profesional hizo que los sanjuaninos nos sintiéramos orgullosos de él por siempre.

Recuerdo que mi padre nos llevaba al Centro de Aviación Civil en el Aeródromo de Pocito, que hace años era como viajar a otra provincia, por lo distante.

Le gustaba que sus hijos sintieran la misma sensación que él. La experiencia de ver volar los aviones, helicópteros y juntarse con sus amigos. Y, si se podía dar una "vueltita" en avión, por más miedo que le tuviéramos. Este amigo de mi papá, hombre alto, elegante, cariñoso y atento, nos levantaba en sus largos brazos, los mismo que piloteaba el avión, y nos decía en círculo a zumbido de motor de avión: "Ahora, a volar...".

Famoso piloto de aviones y también notable en el automovilismo, era el piloto que siempre acompañó a mi padre en las tomas de las fotos aéreas en esos años 1949/50, que muchas fueron premiadas, gracias a la profesionalidad en los aires y cielos de "Pepe" Licciardi, y de "Pepe" Mazuelos en la cámara y el celuloide.

Es mucha historia, el avión, la cámara fotográfica, los paisajes, y todo el cielo sanjuanino. Pero sobre todo, dos hombres que dejaron envueltos en la amistad, parte de la historia de San Juan.