Guido González cantando, yo maltratando la guitarra, el "Golo" y el "Pirincho".


Hace tiempo escribí que, por la Esquina Colorada, tenemos un trío de amigos, que son como nuestras naves insignias. Ya han superado los ochenta y aunque sean uno más entre nosotros, los respetamos como si fueran nuestros padres. Los cuidamos porque son el tesoro que Dios nos ha legado, para prolongar la tradición de nuestro barrio. Son los hermanos Sohar y Guido González y el "Golo" Tapia. En ellos abrevamos para solidificar nuestra amistad y a través de su palabra y recuerdos, traemos al presente lo que fueron las vivencias de los años jóvenes.


A Guido le llamamos "el libro abierto". De una lucidez notable, narra como quien está leyendo, una multitud de anécdotas, personajes, momentos y lugares, que nos producen nostalgia y regocijo. Y de ellas me nutro para varios de estos envíos, acompañados del preciso lápiz de Rodolfo Crubellier. Guido, amante del tango, vivió varios años en Buenos Aires, al igual que su hermano Sohar, y nos describe como, si lo estuviéramos viendo, la actuación de famosos cantantes y orquestas, en aquellas notables "tanguerías" que cristalizaron una época de oro de la música ciudadana. Guido escucha un tango y te dice el autor, la orquesta y el cantor al instante. Además, tiene una voz y un registro vocal muy apropiado para el tango y es un honor para mí acompañarlo (en la foto, Guido a la izquierda, el que suscribe, el "Golo" y el "Pirincho"). De él me dijo "Pepe" Sarasúa, que de cantar sabe y mucho, que después de escucharlo, cierta noche en mi casa, no se animó a seguir cantando tangos. Ése es mi amigo Guido y a él le dediqué estos versos, que pretenden ser un tanguito para consumo barrial. Lo titulé "Guido y las agujas del reloj", aludiendo a su habilidad para traer desde el pasado lo que fue nuestra esquina y al ruego para que lo tengamos por muchos años más entre nosotros. "Guido y las agujas del reloj" (Tango). "No te me adelantés, hermano, tené cuida'o. No caigas en 'orsai', que el referí te va a pitar. No ves de negro va, como de funeral, y va a batirle a todos, que estás fuera de juego ¡salite del orsai! Quedáte aquí, jugala bien cortita, segura bien redonda, que yo sabré qué hacer. Con el chamuyo largo, que sale de tu boca, y que a mí me convoca, a hablar del tiempo aquel. Cuando no era tan fulera la vida como ahora, y había tiempo e' sobra para el bar y el café. Y era una risa larga, la barriada mistonga, por esa esquina brava de Cereceto y San Miguel. Tenés que perdonar, esta nuestra intención, de querer prolongar tu participación. Para nosotros sos un ser de colección, y eres un libro abierto, que junta con acierto el ayer con el hoy. Mezclando en tu cabeza, con gracia y gran destreza, las agujas del reloj. Andá a saber qué cuento trae esta noche, qué gala, qué derroche, historias de gente bien. También de gente mal, haciendo de las suyas, la vida es una aventura, pa'l que la sabe jugar. O arranca con un tango, de los años cuarenta, mostrando la polenta que tiene pa' cantar. Y tira un comentario, cerrando la jornada: 'Señores, ya es horario, de irse a' apolillar'".



Por Orlando Navarro
Periodista