
Para las noches de Navidad y fin de año es inevitable evocar a los que se fueron. Son recuerdos y añoranzas que nos ponen tristes. Pero la mente es algo fantástica y para estos días de diciembre, tengo otros planes. Voy a invitar a mi hermano Daniel, para que se siente a la mesa y con la pasión que siempre puso en sus cosas, me dé su opinión sobre ciertos temas, que sé que le gustan. No le voy a sacar lo de los últimos River – Boca, porque no quiero que se me levante y se vaya mascullando bronca. Aunque él, a su tiempo, me gozó hasta el infinito con ese periodo en que el Boca de Bianchi ganaba todo, y nosotros respondimos amargamente yéndonos a la B. Pero ahora, que ya lo tengo frente a mí en esta noche especial, mi estrategia es moverlo de a poquito y ya llegaremos a ese punto. El fútbol, gracias a Dios, dominó el noventa por ciento de nuestras conversaciones de otrora. Empezaría por preguntarle, ahora que Riquelme está armando, o desarmando, Boca Juniors, qué piensa de su incorporación como dirigente. Porque recuerdo cuánto lo admiraba como jugador, pero no le gustaba los despelotes que provocaba en los vestuarios. Alguna vez "gambetita" Latorre llegó a decir que el vestuario de Boca "era un cabaret". ¿Te acuerdas Daniel? Y mi hermano, de una memoria prodigiosa, me contestará al toque. "Sí. Fue en 1998. Dirigía el equipo el "Bambino" Veira y luego de una derrota ante Lanús, los periodistas lo agarraron a Latorre en el auto y lanzo aquella frase: el vestuario de Boca es un cabaret". Y mi hermano sigue recordando. "El lío fue porque Fabbri dijo que en Boca no corren todos por igual, y a su turno Caniggia dijo que algunos quieren hacer el gol de su vida. Para colmo el "Huevo" Toresani puso lo suyo y Latorre se dio por aludido". Daniel se acuerda que Veira se enojó y lo paró en seco en el primer entrenamiento. "¿Cómo decís eso pibe? ¿No sabés acaso lo que es un cabaret? Un cabaret es una joda y aquí se viene a laburar". Latorre le contestó, yéndose al mazo, "Si. Perdón. Es que me sacaron de contexto". Daniel me asombra. Siempre me asombró con la claridad de sus memorias. Me felicito de haberlo invitado a que me acompañara este fin de año. "Después todo el periodismo se acordó del cabaret, cuando en 2007 hubo hasta piñas en el vestuario, y Riquelme salió a enfrentar a los periodistas, para que le dijeran el nombre del jugador que había filtrado la información. Si no, no hablarían más con la prensa". Bueno hermanito, ya con estos recuerdos tengo suficiente. ¿No quieres que hablemos del 9 de diciembre del año pasado, en el Santiago Bernabeu? "¿Sos tonto o qué?, me contesta, ¿no ves que yo ya no estaba? Hablemos de Belgrano, de cuando los mandó a la B, que de eso me acuerdo bien. Entonces yo estaba y de esa te puedo contar todos los detalles". Me largué una carcajada. Bostero incorregible, salió del paso con la única que les queda. Me guiñó el ojo, sonriente, y volvió a decir adiós. ¡Qué lindo fue conversar con el "Pulga"! Hermano entrañable, hasta la próxima. Te voy a seguir convocando.
