Parados: Felipe Pérez, Orlando Dell Oro, Osvaldo Maurín, Fernando Roses, Roberto Gattoni, Daniel Hidalgo, Raúl Martínez, Alejandro Larrea y José Clavero. Hincados: Miguel Mena, Mario Guerri, Carlos Barceló, Juan C. Roldán, Ítalo Carosio y Domingo Sollazo.


¿Quién, que haya practicado fútbol aficionado, no tuvo su tarde de gloria alguna vez? ¿Quién no se sintió por un instante un Messi, un Maradona, o un Pelé? "Dénsela a Spadano", gritaba Luisito Varesse, "a Naveda", decía el "Tony" Giménez, al "Pibe" Valderrama, pedía el Danielito Dávila, devoto del fútbol colombiano. Integrantes de nuestro grupo "de los domingos". Todos alguna vez creímos ser uno de esos "cracks". Recuerdo que estábamos jugando para Ausonia en la cancha del barrio Santo Domingo, en Chimbas. En el arco contrario atajaba Francisco Martín, el "Loco", que fue arquero de Trinidad y también de la selección sanjuanina. Jugar de compañero o rival de algún jugador de primera, siempre fue un aliciente para quienes despuntábamos nuestro vicio por el fútbol, pero como simples simpatizantes. En ese partido yo estaba jugando adelante, me la pasaron y resbalé. Desde el suelo le pegué a la pelota. No ví la dirección que tomó el disparo, porque estaba de espaldas al arco. Y escuché "¡goool!". Mis compañeros vinieron a abrazarme y me hablaban de un golazo. Martín había volado en un intento por sacarla, pero no llegó. Es el instante que más recuerdo, y creo que enriquecido por la categoría del arquero. Aunque tuvimos varios muy buenos en el club, como el "Turco" Nayar, Jorge Castro o Amarfil (les rindo tributo, aunque terminaron mal de la cintura, por lo seguidito que iban a buscarla entre las piolas). Me estoy acordando de esas fechas memorables que cada uno guarda para sí, por esta anécdota que me contó el colega Daniel Hidalgo. Lo ví jugar en los campeonatos de la Universidad Católica. Formó en un equipo que llamaron "Los Pocitanos" (foto) en los años '80, un conjunto que daba pelea en aquellos reñidos campeonatos. El "Gordo" Hidalgo, a pesar de sus kilos, tenía una gran destreza física. Se las arreglaba para defender bastante bien, incluso para ir al cabezazo, y cuando iba a un cruce seguro que pasaba el rival o la pelota, pero los dos no. Me cuenta que estando en Brasil, en el complejo turístico Río das Pedras, en Angra Dos Reis, unos lugareños armaron un partido y él se arrimó a mirar. Les faltaba uno y lo invitaron. Lo mandaron a jugar adelante. Los brasileños mostraban su habilidad innata, formada en largas jornadas en las rubias arenas de sus playas. Por ahí el "Gordo" la tocaba. Y en una de esas le quedó un rebote y de puntín le dio al arco. ¡Gol! gritaron sus compañeros y varios espectadores del desafío. Me cuenta que para el segundo tiempo ya no daba más y con el partido empatado, les dieron un corner. Vino la pelota y el "Gordo" se elevó majestuoso. Pegó el frentazo y decretó el triunfo. Lo invitaron a una cena donde entregaban los premios y en un momento determinado apagaron las luces. Por los parlantes comenzó a sonar "We are the champions" en la voz de Fredy Mercury (Queen) y con sorpresa nuestro amigo vio que era en su honor. ¡Cómo se va a olvidar de esto el "Gordo" Hidalgo! Tuvo su tarde de gloria, nada menos que en Brasil, su alegría la hice mía, y la comparto.


Por Orlando Navarro
Periodista