Señor director:


Las personas sin sentimientos por la vida y sin conciencia piensan y actúan como robots. Con esas formas de comportamiento destruyen de múltiples maneras todo lo que no les resulta de utilidad ni les sirve. No tienen consideración con la vida de sus semejantes, ni mucho menos con la vida de la naturaleza y de los animales. Hoy experimentamos que los seres humanos de muchas generaciones, incluidos los de la generación actual, son la prueba de que sólo hablar de la protección de la diversidad de las especies y del mundo animal no trae nada. Tampoco trae nada cuando los denominados amigos de la naturaleza informan sobre la belleza de la naturaleza y del mundo animal, sobre su variedad y su colorido. La palabra del hombre aporta poco cuando no está acompañada de la preocupación y ayuda por nuestro prójimo animal, por nuestros hermanos de la naturaleza, los árboles, los arbustos, la hierba, las flores y los animales. En todas las enumeraciones que hacemos en relación a los reinos de la naturaleza no podemos olvidar a los minerales ni tampoco a las fuerzas elementales, el agua, el viento, el fuego, el sol. Todo pertenece a la unidad universal, al amor y a la sabiduría de Dios, que también es el espíritu de la naturaleza y de los elementos. Quizás tengamos en nuestros labios algún buen consejo de cómo se deberían comportar los demás, pero ¿cómo nos comportamos nosotros? Preguntémonos, por ejemplo: ¿Percibimos el lenguaje del Creador a través de los árboles y de las flores? Debemos aprender a cuidar el mundo en el que vivimos.



José Vicente Cobo  DNI 6.674.968
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De la publicación: "Palabras de oro" www.editorialgabriele.com