Señor director:

Estamos próximo a una fecha muy significativa, la Navidad. Nos enseñaron que es conmemorar aquel suceso maravilloso. Nuestra mente de pequeños, llena de magia, nos hacía imaginar la estrella del cielo que indicaba el camino a los Reyes Magos, a los pastorcitos humildes pero generosos, portando corderitos, o simplemente trasladándose, sin sentir el cansancio, siguiendo la luz del cielo, para encontrar esa promesa maravillosa, el Mecías, ese pequeñito que en medio de la pobreza había nacido, irradiando luz de amor. Ello hizo que se hincaran ante Él, con el convencimiento, que era el bien, el Maestro, que salvaría al pueblo y al hombre de la opresión y el mal.

Renace lo más sagrado, lo más amoroso, quien nos trae bonanza a nuestro corazón: Jesús. Dirigirá nuestros pasos, enseñará “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Debemos prepararnos para recibirlo.

Nuestro corazón debe estar irradiando amor, el que Él nos da. Expresarle agradecimiento, con muestras diarias de ese amor hacia los semejantes. Por ello, debe reinar la alegría, la solidaridad, el abrazo y recordar que Navidad es encuentro.