Los pesebres son parte de las costumbres cristianas


Los pesebres se remontan históricamente a la Edad Media. Fue San Francisco, muy creyente y fascinado, por el nacimiento de Jesús, quien tuvo la idea de reproducir la Natividad, y lo ejecutó en el año 1223, en la ermita de la localidad italiana de Greccio. Este es el hito de nuestros típicos pesebres. La idea de San Francisco continuó presente, se difundió por aquella Europa medieval y fue traída a América incorporándose rápidamente a la cultura aborigen. Los pesebres en Latinoamérica poseen particularidades en cuanto al material que se fabrican las figuras, indumentaria, y en algunos casos los rasgos físicos de estas figuras condicen con la fisonomía de los grupos nativos. En Argentina, de acuerdo a la investigadora Lucía Gálvez, en el año 1585 el sacerdote jesuita, Alonso Barzana, realizó pesebres vivientes entre los indígenas de Tucumán. Además, expresa que, en 1594, en el maravilloso pueblito de Purmamarca, los indios omaguacas realizaron, bajo la dirección del padre jesuita, Gaspar de Monroy, un colorido pesebre, cuyas figuras fueron modeladas con arcilla de colores sacada de los cerros. Asimismo, la especialista en costumbres argentinas, Isabel Aretz, brinda más datos, "ya los primeros misioneros que trabajaron en tierras del Tucumán enseñaban tales piezas a los indios. En 1643 el obispo del Cuzco, mandó pedir a Madrid algunos villancicos, además de composiciones de los maestros de la capilla real". Del mismo modo resultan interesantes los datos aportados por los misioneros acerca del comportamiento de los naturales ante los pesebres. Por ejemplo, el historiador Antonio Sepp, manifiesta las actitudes de los indígenas en las Misiones Jesuitas: "los indios adoraban y velaban mi Belén muy devotamente. Algunos ofrecían al Niño Jesús un panal, otros algunas mazorcas de maíz, zapallos o melones. Las mujeres, en particular las niñas, no querían quedarse atrás. Tuve que bajar al Niño Jesús del altar y colocarlo sobre el suelo para que lo pudieran besar y abrazar a sus anchas". Pero indudablemente una de las figuras señeras en promover las tradiciones navideñas y de manera particular los pesebres, fue el sacerdote franciscano San Francisco Solano, el cual misionó en la totalidad del Tucumán Antiguo. Tuvo la habilidad de entonar cánticos sacros, cargando a manera de laúd "un arco con una cuerda de monacordio que era de alambre y que tocaba con un palito". Estos dotes los aprovechó en sus quehaceres evangélicos. "Cuenta la tradición que los indios diaguitas, juríes y tonocotés quedaban extasiados al oírlo. Gozaba entonando villancicos ante la imagen del Niño y esa alegría se trasmitía a indios, españoles, mestizos y criollos con más eficacia que muchos sermones. En sus pesebres vivientes, pequeños indiecitos eran acunados mostrando la universalidad del mensaje cristiano".


Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia