Un par de días de lluvia y los problemas se ven por todas partes. Los sufridos hombres y mujeres de campo en sus fincas y chacras que afrontan las pérdidas de todo un año de esfuerzos. Mientras, en las zonas urbanas, se pueden observar situaciones engorrosas y hasta dramáticas en algunos barrios. Todo por causa de la lluvia, como en este caso. Pero detrás de una tormenta, se esconde la desidia, negligencia o simplemente, nada de ganas por hacer las cosas bien durante muchos años, por parte de los distintos gobiernos provinciales y municipales. Es entonces cuando todo sale a la luz y nadie se hace responsable.

>


Calles inundadas por doquier, al menos un edificio público recientemente inaugurado con filtraciones, acequias desbordadas de agua porque están llenas de residuos y desagües inexistentes. Todo eso y mucho más, sucedió en Capital, Gran San Juan y otros departamentos del interior provincial.

>


Es que, claro, llueve tan poco en la provincia, que se deja de lado o no se tienen en cuenta obras para que no sucedan situaciones como las mencionadas. Es tiempo de tomar las cosas enserio. Los recursos públicos deben destinarse a obras que beneficien a toda la comunidad. Debemos estar preparados para cada acontecimiento que propone la naturaleza, porque cuando éstos suceden, lo único que hacemos como pueblo es quejarnos y pedir ayuda estatal. Si no se hace nada al respecto, los problemas seguirán siendo crónicos.