Señor director:

Comienzo esta reflexión en el Día Internacional de la Mujer, con un episodio de mi adolescencia. Cursando el secundario, cierto día, nuestro profesor de religión nos reunió para darnos una charla. Trataba sobre distintos aspectos de nuestra condición de niñas que se forman para la vida.

En un momento dado nos preguntó: ¿Saben por qué Dios creó primero al hombre y después a la mujer? No hubo respuestas, sino un silencio profundo, a lo que él respondió con cierta picardía: "porque primero se hacen las velas y después las veletas".

Frase que nos desconcertó, risas en algunas y silencio en otras.
Desde el fondo del salón, una voz potente y segura expresó lo siguiente: "Señor, recuerde que para hacer una obra, primero se hace el borrador y después la obra maestra", aplausos del alumnado, y mudez en el profesor, que continuó con la clase sin comentario alguno.

Considerando la definición de veleta: "persona que cambia de ideas, sentimientos o gustos", la aplicó de una manera diferente a la mujer.

Es verdad, a veces, cambiamos de ideas porque somos creativas para el bien de la unidad familiar; de sentimientos porque cuando nos invade la rabia ante una injusticia o un grave error, cambiamos de actitud tratando de comprender, para orientar, aconsejar y así remediar las fallas o inconvenientes surgidos dentro del ámbito donde desarrollamos nuestra vida de relación.

Pero somos "velas'', porque junto a nuestro esposo impulsamos la barca de la vida de nuestros hijos, por el mar tempestuoso de nuestras existencias, para que puedan llegar seguros a los diferentes puertos que se les va presentando para su crecimiento humano y espiritual.

Mujeres, que son la permanente novedad en el lugar que les ha tocado vivir, contribuyendo al enriquecimiento de la sociedad.
Mujeres con esa gran fuerza renovadora que no dejan morir la esperanza ya sean casadas, solteras o viudas, niñas, jóvenes o ancianas.

En este día resalto lo que cierto escritor definió con tanto acierto: "Una mujer, cada mujer, toda mujer es la mitad de Dios en nuestro mundo y su rostro más auténtico, su amor más fino, su sonrisa más amplia y el beso más suave para cada hombre de la tierra"