Señor director:
Es tiempo de regalos, alegrías y emociones compartidas, como cada año. Este para mí es especial porque voy a ser abuela. Pronto nacerá mi nieta y es un regalo enorme para mí y para todos los que la amamos, también es un tiempo de aprendizaje, porque los niños nos enseñan sin palabras.
Siempre el nacimiento de un niño nos enseña que Dios no ha perdido su esperanza en nosotros y así lo dejó claro aquella Navidad donde su Hijo cargado de enseñanzas que perduran en el tiempo. Vino a nacer en un pesebre, para mostrarnos que no se puede valorar a una persona por su entorno, nació en un lugar destinado a los animales porque no había lugar entre los hombres y no hubo queja, para mostrarnos que hoy, como ayer siempre está dispuesto a querer habitar entre nosotros.
Fue buscado por los magos para enseñarnos que es digno de toda honra, fue esperado por Simeón y tomado en sus brazos para confirmar que nunca nos deja esperando, fue servido por una mujer, Ana, la profetisa, de más de 100 años para mostrarnos que la edad del cuerpo, no es impedimento cuando el espíritu está dispuesto y que valora nuestro esfuerzo, murió sin bajar los brazos por la humanidad para vencer a la muerte y enseñarnos que en él somos más que vencedores.
Pronto celebraremos su cumpleaños abramos los regalos para él, seamos solidarios con el que está solo, regalemos una sonrisa al que está triste, llevemos una palabra de ánimo para quien está desalentado, perdonemos viejos rencores, seamos agradecidos; que las risas, regalos, alegrías y festejos, no empañen el verdadero sentido de la Navidad, demosle el lugar principal en nuestras vidas, porque hoy como ayer está llamando a la puerta del corazón del hombre.
