Colangüil y una procesión en honor a San Isidro Labrador, patrono de los agricultores.


El departamento Iglesia está lleno de encantos, historias y riquezas patrimoniales. Allí se encuentra el paraje denominado Colangüil, uno de los lugares más pintorescos y atrayentes que tiene San Juan debido a su belleza incomparable, con un cielo increíblemente trasparente, colmado de tesoros históricos, principalmente arqueológicos. Este distrito está ubicado a unos 10 kilómetros de Angualasto. Se accede a través de un camino que se dirige hacia el Noroeste. Colangüil está ubicado junto al arroyo homónimo, y según los historiadores, los principios de su existencia datan de 1753. Fueron sus primeros pobladores los Montaño, una familia que recibió disposiciones de don Juan de Echegaray para fundar una estancia de gran extensión. De esa época aún quedan antiguos y rústicos caserones, mudos testigos del paso del tiempo. El viajero que arriba al distrito, descubre extasiado un fértil valle, de paisaje sereno y solariego en donde el inmenso cielo se confunde con la magnificencia de sus montañas nevadas. Igualmente, ofrece, para los ansiosos por nutrirse de nuestro pasado, valiosos testimonios prehistóricos, rancias historias y al mismo tiempo observará cómo las familias aún conservan remotas costumbres hogareñas. 

En el Arroyo Colangüil se encuentran los colosales petroglifos, inestimables evidencias de un remoto pasado, constituyendo uno de los más preciados legados de nuestra cultura indígena. Entre otras reliquias están los restos de una antigua construcción donde en octubre de 1814 se refugió el célebre patricio de la Primera Junta, don Cornelio Saavedra, cuando retornaba de Chile. Asimismo, y en relación al prócer, advertimos el célebre "Manzano Histórico'', ubicado en el centro del pueblo. La religiosidad de los pobladores se refleja en la rústica capilla, cuyo santo titular, San Isidro Labrador - Patrono de los agricultores - todos los 15 de mayo congrega a numerosos devotos, con su particular piedad, característica inconfundible, de la gente franca y trabajadora.


El turista además se sorprenderá al advertir como los lugareños mantienen indemnes ciertas costumbres, tales como las comidas, algunas preparadas en sólidas "conanas", los trenzados y telares. Numerosos rasgos y características, además de los nombrados, tiene este maravilloso paraje, uno de los tantos de la región andina sanjuanina, en donde el tiempo parece que se ha eternizado.


 
Por Edmundo Jorge Delgado
Profesor - Magister en Historia