Señor director:

El otoño en nuestra provincia es una de las estaciones más estables. Los extremos de la amplitud térmica se acercan. Por ello existe una media de 24 a 25ºC, que hace que disfrutemos. A esto, si le agregamos que los colores de los árboles cambian rotundamente de verdes a amarillo, marrones y ocres, el paisaje pintoresco netamente sanjuanino, se complementa tal como si fuera una bella acuarela de Santiago Paredes.

Desde hace un tiempo en las altas esferas de Gobierno provincial se optó, como política ambiental, cambiar la especie morera híbrida (Morus alba) por fresnos americanos (Frexinus americana), algo muy acertado. ¡Pero cuidado! No se debe volver a caer en el diseño de forestaciones con monoespecies forestales. Es la variedad lo que hace que los ecosistemas puedan funcionar correctamente. Por ejemplo, al ataque de plagas como la que afecta a las moreras particularmente. De lo cual veo con pesimismo sus resultados finales.

En la planificación se debe optar por lo autóctono, previendo que algunos poseen incisivas espinas que ponen en riesgo a los transeúntes. Es ahí donde es posible definir a la Cina como una de las especies que podrían ser referencial para la utilización en planes forestales.
Volviendo a la especie fresno es posible admirar aquellos ejemplares juveniles plantados hace cinco o diez años, mostrando su follaje amarillo.

No perdamos tiempo, estos colores se mantienen sólo por algo más que una semana, vamos a pasear por el Ferrourbanístico viendo esos árboles, con ello obtendremos una importante dosis de relax visual que mitiga la alocada cotidianidad mundana que nos castiga.