El 15 de enero de 1944, a las 21 horas, San Juan se quedó sin templos. La catástrofe del terremoto de ese sábado, del que mañana se recuerda su 74 aniversario, dejó un domingo sin campanas, sin misas ni homilías. El pueblo, de profundas raíces católicas, no supo que hacer, y tan sólo se dedicó a pedir a Dios misericordia, mientras buscaban a sus seres queridos entre los escombros.


Las iglesias que resultaron afectadas por el sismo fueron la de Concepción, Trinidad, Santa Lucía, Albardón, de la Merced, San Agustín, El Buen Pastor, Santo Domingo de Desamparados, Santa Rosa, y la Catedral. En los departamentos alejados también hubo iglesias que no resistieron el movimiento. Los paredones de estos templos habían caído desnudando los altares, con una curiosidad, la mayoría de esos altares quedaron en pie pudiendo rescatarse algunos elementos valiosos para la fe de los sanjuaninos.


La muerte sorprendió a algunos fieles que ese día se encontraban en las iglesias asistiendo a alguno de los casamientos que se estaban celebrando en ese momento. Sólo un sacerdote murió en aquella catástrofe, el padre Eustequio Esteban, de la Parroquia de Concepción.


El resto de los sacerdotes de entonces como los padres Tomás Cruz, de la Iglesia de Desamparados; Nicolás Hernández, de Trinidad; Ruperto Fernández, de Albardón; Fernando Herrera, de la Iglesia de la Merced; el padre Dr. Silvino Martínez, de la Catedral, entre otros, se sumaron a las tareas de rescate y atendieron a los feligreses improvisando altares en plazas y otros espacios libres.
 


Fotos: José Mazuelos: Ruinas de la Iglesia de Albardón y Concepción.