Señor director:

El domingo último tuvo la oportunidad de visitar el oratorio de la Difunta Correa, en la localidad caucetera de Vallecito. Observé la presencia de numerosos turistas de todas partes, y tuve vergüenza ajena cuando me tocó entrar a uno de los baños públicos que hay en el complejo. Mi desagrado no sólo fue por la falta de limpieza, sino por el estado en que se encuentran. Su estado es muy precario y están, en su gran mayoría, semidestruidos.

Si bien la responsabilidad es de las autoridades de la Fundación Vallecito, en este caso autoridades del área Turismo del Gobierno de la provincia deberían controlar los servicios que se están ofreciendo en cada lugar al que concurre mucha gente. Hay que tener en cuenta que el oratorio de la Difunta Correa es visitado por gente de todo el país, pero también turistas internacionales que llegan especialmente hasta este lugar o que van de paso hacia el Valle de la Luna.

¿Cuándo será el día en que las autoridades de Turismo se den cuenta de estos detalles?