Protestas ciudadanas en Chile


El presente convulsionado de América lleva a un replanteo urgente de valores, instituciones, organización política y metas a cumplir en los Estados. Más aún al producirse distintos hechos de violencia social en distintos países. En el caso de Chile, sabemos que arrastra una grave situación educativa. Se convirtió en excelente lugar de " inversión privada'', con gran despliegue de marketing educativo por parte de colegios y universidades privadas, donde el nivel académico de los resultados, no condecía con lo publicado. Los gobiernos desconocieron que dentro del bien común a lograr, está la educación, descuidando en sus obligaciones, no solo controlar la situación reinante, un verdadero descalabro en precios por la matrícula y calidad indebida, sino impartirla, con escuelas y universidades en cantidad y calidad gratuitas. En el gobierno de Bachelet, se produjeron manifestaciones en las calles de Santiago y otras. Su discurso calmó los ánimos, pues prometió cambios al respecto, que no fueron cumplidos. Piñera descuidó este importante y necesario reclamo. Como tampoco comprendió el otro grave problema: la Salud. Sumado al ineficaz sistema previsional. El detonante, suba del transporte, arrastra los otros tres problemas candentes. Pero si analizamos más en profundidad, existen males comunes graves, que exigen replanteos inmediatos. ¿Qué ocurre con los "representantes del pueblo'', que "no ven ni defienden a los ciudadanos, que deben salir a la calles a realizar cacerolazos para que sepan que existen y están agobiados?. Otros se denominan "defensores de pobres'', para votos y lograr reelección al cargo, y lo que hacen es beneficiarse de la pobreza. El sistema democrático ha sido desvirtuado. Entonces, como "sacar de la galera'' soluciones mediante sistemas que han fracasado hasta en sus lugares de origen, como el comunismo y socialismo. Lo que no analizan, es que el mismo hombre desvirtúa cualquier sistema por su conducta. Por ello el replanteo de valores en una educación de excelencia es imprescindible. La ignorancia permite minar las conciencias con ideas falsas, como caer en adoctrinamientos perversos. Lograr hombres de bien, donde la libertad reine, no el libertinaje, que es desorden. El respeto, no la prepotencia. Que es reconocer la autoridad, por méritos no por privilegios. Y, la Justicia, basada en la verdad.



Por Beatriz Albaladejo
Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales