Señor director.

Muchos trabajos son difíciles de hacer, por distintos motivos. Muchos de ellos son peligrosos y conspiran contra la salud. Pero quiero referirme a los muchachos que son recolectores de residuos. Anoche veía un camión de la municipalidad de Rivadavia, en el Barrio Aramburu, con varios de ellos, corriendo y levantando las bolsas que los vecinos dejaron en sus cestos domiciliarios. Muchachos jóvenes, con un estado físico impresionante, debido a ese trajín. Un trabajo insalubre que pocas veces reconocemos. Quizás los saludamos con una sidra para las fiestas de fin de año. Pero nada más. Cuánto sacrificio.

Realmente, al verlos trabajar, reflexionaba y hasta me emocioné pensando en cómo serán sus historias de vida. Quizás hay algunos casados que tienen que sacrificarse de esa forma para llevar el sustento al hogar, seguramente a sus pequeños hijos. Cuantos sueños que tendrán al hacer ese trabajo insalubre y tan sacrificado. Sueños de ver a sus hijos crecer, estudiar y ser algún día profesionales, especialistas en algún oficio o mejor aún, buenas personas trabajadoras.

Los ví anoche, en un barrio. Pensé que tendrían que tener vestimentas apropiadas y hasta máscaras de oxígeno, para evitar que se contaminen sus cuerpos al respirar olores putrefactos con millones de microbios en el aire. 

Por todo lo expresado, quiero agradecer y felicitar a todos estos esforzados trabajadores de todos los municipios de la provincia. Dios los bendiga.