Señor director:


Recuerdos de antaño vienen a mi mente en este mes de junio e incluso julio. Se trata de esas tradiciones que heredamos los sanjuaninos de aquellos inmigrantes que llegaron a estas tierras. En especial, los españoles con sus carneos de cerdos. De forma rápida, se fue aprendiendo, perfeccionando y quedó como una herencia inequívoca de la identidad sanjuanina.


Claro que los años pasan y las zonas urbanas crecen más. Esta causa, más los cambios de costumbres en la sociedad, han hecho que este tipo de acciones se hagan cada vez menos o bien, sólo en las zonas rurales.


En San Juan, cuando el carneo de cerdo se hacía de forma masiva, significaba una fiesta familiar y hasta vecinal, porque eran varios vecinos quienes carneaban animales. En estos festejos, se invitaba a otros parientes para ayudar en la preparación de embutidos y diferentes cuidados que había que tener para que las piezas de cerdo como lomo, filet, jamones, pancetas, etc, tuvieran preparaciones adecuadas en la conservación para ser consumido meses después.


Es que el carneo significaba que la familia tenía buena carne para alimentarse durante algunos meses. También quienes participaban del carneo se llevaban algún regalo o "bagallito", como se solía decir. Claro que en los momentos de esta fiesta tradicional, se podía disfrutar de un asado familiar donde abundaban morcillas, chorizos, pan casero y algún costillar. También el licor para "calentar el cuerpo" en medio del frío.


Tradiciones que no se pierden, pero que menguaron con el tiempo. Es parte de la historia de San Juan y su gente.