Señor director: 


En estos días el Congreso de la Nación se pondrá en actividad plena para legislar sobre la Ley de Imputabilidad de los jóvenes entre 14 y 16 años. Esta gente laboriosa y tan dedicada pregonará los resultados que la sociedad espera, leyes que tengan relación y no aquellas que se quedan atascadas en la verborragia de algunos avesados legisladores. Digo ésto porque es conocido que hay muchas leyes que se quedaron empantanadas en el camino de las buenas intensiones porque nacieron lisiadas, y su destino fue el archivo. 


Dada la complejidad de esta ley a tratar no es materia para cualquiera, digo que el problema a resolver es de mucha data y convive a diario con la sociedad, por eso su evolución deber ser estudiada desde sus orígenes y desde adentro, para saber donde nace este deterioro moral de los jóvenes, que puede ser el ambiente donde vive, la pobreza, la falta de trabajo, la educación o la orientación de la familia, o el abandono de las leyes de protección ciudadana. Habrá que saber que es lo que conduce a los chicos a caminar por la senda del delito y si hay alguna mano negra que se beneficia con ésto. 


Debemos admitir que toda ley para que sea eficaz debe basarse en la moral. Nos guste o no, esto es así. Cuando se aprueba basándose solamente en la materia, se corroe asimisma, por que nace sin base. 
Cuando el orgullo y la soberbia se mezclan con la sabiduría del hombre esta se cree estar en condiciones de corregir las leyes del creador. Cuando en la obra hay una falla constructiva, se dice que son vicios de la construcción, entonces cómo se llamara a una ley que desde su aprobación está viciada. 


Mi opinión no tiene color político y tiene un aval de 8 décadas de vida en las que escuché muchos discursos, sin que ninguno se cumpliera. Veo en la Justicia algo pasivo, pero "viva la pepa'' total todo es lo mismo.