Señor director:


Pablo VI, el papa que defendió la vida y la familia con su encíclica Humanae Vitae, cuyo 50º aniversario recientemente celebramos, y que llevó a término el Concilio Vaticano II, ha sido declarado santo por el papa Francisco, quien dijo anteriormente que Pablo VI "tuvo el coraje de ir contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de aplicar un freno cultural, de oponerse a un neomalthusianismo presente y futuro" (Il corriere dellasera, 05/03/2014).


En la exhortación apostólica Amorislaetitia, Francisco invita a "redescubrir la Humanae vitae", a la que dedica el n. 222 del documento. Es el mismo mensaje que sus predecesores han comunicado reiteradamente. En efecto, Benedicto XVI escribía al respecto: "Lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy. La verdad expresada en la Humanae vitae no cambia; más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos, su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee", (mensaje en un Congreso internacional con ocasión del 40º aniversario de la HV, 10/05/2008).


Nota dominante de la santidad de Pablo VI fue su fe heroica, en un período de tibieza espiritual y pérdida de la fe. El Papa tuvo una fe inquebrantable en el Evangelio, en la santidad de la Iglesia, en la bondad de los valores de la tradición cristiana, en la defensa del Concilio Ecuménico Vaticano II. Su Credo del pueblo de Dios es una prueba convincente de ello. Al mismo tiempo, fue un hombre de elevada espiritualidad, capaz de heroísmo en el ejercicio de las virtudes. En su vida, trató de descubrir siempre la voluntad de Dios y de seguirla en toda circunstancia, pese al qué dirán.


Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar. Bioquímico Legista. Profesor.