Señor director:  


Lamentablemente, como subrayaba monseñor Padrón, el diálogo abierto en Venezuela fue hasta ahora más bien un instrumento para ganar tiempo, parar la presión interna y externa. Y, sobre todo, poner freno al Referéndum Revocatorio del presidente Maduro. 


El panorama es tan desolador, con la violencia disparada, el hambre y la falta de comida, la corrupción generalizada. Además, de los ataques a todos los que no se atienen al pensamiento único del régimen. En este marco, las muestras de hastío y desesperación, son el común denominador del sufrido pueblo de Venezuela.  


No obstante, reconociendo la incontestable realidad de que los venezolanos inician 2017 sumidos en el caos, los obispos subrayan que tampoco en este año que acaba de comenzar pueden dejar que nada ni nadie les robe la esperanza. No es fácil, pero no todo está perdido mientras haya, como existe en Venezuela, una ciudadanía consciente, con la fe activada, capaz de diseñar y emprender los nuevos rumbos que tanto necesita el país.