Señor director: 


Solicito la publicación de esas palabras que escribí cuando mi esposo, ya fallecido, cumplió 80 años y que titulé "Reflexiones de una mujer enamorada". 


Hoy cumples 80 años y mi amor se ha vestido de ternura. Has aceptado limitaciones y comprendido que se puede vivir feliz con ellas. Quizás ya no puedas saltar verjas o veredones, como hacías no hace mucho tiempo como un atlético muchacho. Hoy, en cambio, cruzas la calle tomado de mi mano y, apoyándonos mutuamente, es difícil que podamos caer. 


Estás más vulnerable y eso me lleva a tomarte entre mis brazos cual si fueras un niño, y mi amor vuelve a vestirse de ternura. Tus 80 años me hacen pensar que debo ser más cuidadosa para reclamar sin herir y sugerir sin humillar. Sobre todo debes entender que eres muy importante para mi, desde que te encontré solo y triste como yo, y juntos fusionamos nuestras ganas de vivir compartiendo viajes y momentos inolvidables. 


Hoy debemos conformarnos bebiendo un refresco en el balcón bajo las estrellas o quizás podamos vivir otros viajes extraordinarios. Pero eso no es tan importante como dormir abrazados sintiendo el aire puro de la noche a través de la ventana. Al despertar saber que estás ahí y que eres mío hasta el final.