Señor director:

Los vientres de alquiler son un negocio en el que se mercantiliza al ser humano, lo mismo que otras actividades ilegales como la trata de personas. El deseo de ser padres o madres y el ejercicio de la libertad humana no implica un supuesto "derecho al hijo", como el que tiene un auto o una casa.

La clave primera no es plantearse cómo resolver el deseo de quien quiere tener un hijo, sino qué es lo mejor para el hijo que nace. Ni un hijo ni una pareja son algo que podamos comprar, vender o alquilar a nuestro antojo, ni de manera total ni parcial.

Esta cosificación del ser humano degrada a las personas, y en el caso de los vientres de alquiler convierte a las mujeres en vasijas, a las que se violenta y se deja a merced de quien quiera comprar un hijo a la carta.