A pocos días de haberse celebrado un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, no quiero dejar de mencionar a aquellos hombres forjadores de nuestra nación que lucharon valientemente desde distintos ámbitos para lograr ese objetivo.

Mucho se ha dicho por estos días de lo que dejó la revolución, de sus principios, y del celeste y blanco que engalanó el nacimiento de nuestra patria. Pero poco se ha hablado de la gente, de los hombres que vivieron en esa época, un puñado de inmigrantes que con su sudor y esfuerzo fueron la base del nacimiento de una nueva nación. Ellos fueron los verdaderos patriotas, los que nos dejaron la enseñanza de cómo debíamos comportarnos en cada una de las actividades que darían lugar a esta gran nación. Así fue como nos dejaron bases de comportamiento, con derechos y obligaciones a cumplir en las escuelas, universidades, hospitales, empresas, fuerzas armadas y en actividades como el periodismo, la agricultura y otras prácticas en la que una gran mayoría se destacó, enfrentando a grupos de malos políticos que no supieron valorizar esta conducta y prefirieron dedicarse a saquear a la Argentina.

Hoy con orgullo, veo que no todo está perdido al observar a mi nieto, todo un profesional, cumpliendo con responsabilidad su trabajo como si todo lo malo que hemos visto durante décadas no hubiese existido.

Dios ilumine a nuestros jóvenes que tienen fuerzas y ganas de que el país salga adelante, y para eso dan lo mejor de si en cada una de las actividades que les toca cumplir, con el objeto de hacer grande a la Patria.

Beatriz del Alba